Los escritores “con suerte” y los “sin suerte”

Literaula. Cursos online de escritura creativa. Los mejores de España

Por Bastian Weissbeck

Escribir literatura es una profesión, un oficio. Para hacerlo bien es preciso invertir muchas horas de esfuerzo y dedicación, tanto en los periodos de aprendizaje y práctica de las técnicas básicas, medias y avanzadas de la escritura creativa, como en las etapas en las cuales el escritor crea sus obras. Ante esta inversión de tiempo (semanas, meses y años) es lógico y legítimo que todo autor quiera y merezca recibir una retribución económica por su trabajo.

Muchos editores europeos, entre ellos el exdirector de la editorial Santillana de España, Juan Cruz, suelen hablar de los escritores “con suerte” (aquellos que reciben una buena paga por su trabajo literario que les permite vivir de esta profesión) y los escritores “sin suerte”, que dedican toda su vida a escribir y jamás obtienen ni compensaciones económicas ni reconocimientos sociales relevantes por su trabajo. El término “suerte” no me parece preciso en este contexto, aunque es innegable que existe un factor mínimo relacionado con el azar en el éxito comercial o el reconocimiento social de una pieza literaria.

El problema no radica en la “suerte”, en la buena o mala posición de los astros para unos escritores u otros, sino en dos factores determinantes, que en gran medida atañen al autor de una obra literaria, a saber:

1. La calidad tanto en el fondo como en la forma de la obra literaria. Esto es la manera creativa y novedosa con la que se trata un tema, o en la forma (también creativa y novedosa) con la cual se presenta ese tema a los lectores.

2. La visión correcta de oportunidad comercial en un momento histórico determinado. Esta visión correcta puede partir del propio escritor que se dedica a crear una obra literaria novedosa con respecto al mercado del libro en un tiempo preciso, o bien la tiene el editor al invertir tiempo y esfuerzo en la divulgación de esa obra literaria tomando en cuenta su conocimiento profesional del mercado del libro en un instante histórico definido.

Esto nos lleva a una ecuación donde siempre (insisto, siempre) la calidad del fondo y la forma de una obra literaria es el factor más determinante para conseguir su reconocimiento social y el éxito comercial, si bien estos dos resultados no siempre van aparejados. La mayoría de los premios Nobel de Literatura trabajaron en la sombra durante muchos años hasta cosechar el reconocimiento en circuitos muy pequeños, y solo después de obtener el Nobel pudieron gozar de cierto éxito comercial. Su calidad es indiscutible y quizá muchos de ellos no tuvieron siempre una visión correcta de oportunidad comercial pero a la postre encontraron un camino y una serie de editores que apostaron por ellos, precisamente por la gran calidad de sus obras.

Otros escritores logran tener una visión correcta de oportunidad comercial y crean obras que encajan perfectamente con las demandas de las editoriales y los lectores en un momento histórico preciso. Esta clase de autores suele ganarse la vida con su trabajo literario, aunque éste no tenga la gran calidad de la que hablamos antes. No obstante, este tipo de autores sí tiene unas destrezas técnicas y unos recursos narrativos mínimos para escribir sus obras. Si no los tuvieran, ninguna editorial les contrataría y ningún lector pagaría por sus libros.

Nadie nace sabiéndolo todo y esto también le afecta a los escritores. Mejorar la calidad de nuestra escritura en un largo proceso individual de ensayo y error es una opción, aunque la mayor equivocación de un escritor, en cualquier momento de su vida, es creer que lo sabe todo, que no necesita aprender nuevas fórmulas y herramientas narrativas para aumentar la calidad de sus textos. Actualmente existen en Europa y América centros para la formación de los escritores que ofrecen cursos online de gran calidad y eficacia pedagógica como Literaula. Tanto en la investigación científica como en la creación literaria dejar de aprender es un error craso. Dejar de aprender significa estancamiento. Nuestros textos nunca tendrán la calidad suficiente, ningún lector pagará por ellos y así jamás recibiremos el reconocimiento social y económico que todos buscamos a cambio de tantas horas de esfuerzo y trabajo para crear nuestras obras literarias.

Bastian Weissbeck, profesor e investigador de la escritura creativa adscrito al Instituto de Literatura Comparada de la Universidad Libre de Berlín y consultor de Literaula.